23 mar 2012

Cara al Viento

... Como decía Lluís Llach, la cara al viento, el corazón al viento.

Llevo días sin escribir, más que por las circunstancias como terapia. Sumergirse en la rutina, en las miserias y alegrías diarias, particulares y pequeñas alivia en gran medida el cabreo permanente al que estamos sometidos por las Injusticias, las Pérdidas, las Indignaciones y otro buen montón de palabras que empiezan con mayúsculas y terminan en pataleta.

Y es que, más allá del desahogo justiciero siempre aparece lo cotidiano: las facturas, los apuros del trabajo, las enfermedades de los niños, su puñetera manía de crecer, la alegría que suponen, la supervivencia en fin.

En mi caso, no me puedo quejar excesivamente: mis agobios (reales como los de cualquiera) no dejan de tener un matiz básico, casi primigenio: que las gallinas crezcan bien y sanas, que no entre el raposo, el jabalí que no deja de destrozar las fincas, la satisfacción de hacer y comer mi propio pan, mi suegro que ya casi se queda a vivir con nosotros (es un encanto de hombre, y uno ya sospechaba hace tiempo que el matrimonio no es cosa sólo de dos)...

Y enfrentarme a la debacle cara al viento, restando e intentando sumar para pagar la nueva subida de la luz, del gasóleo, de todo lo que parecía básico y que de pronto es casi un lujo. Como trabajar, tener una casa, un médico que te atienda o un juez que te defienda. Cosas de ricos.

Y en Andalucía y Asturias se celebra en un par de días la "Fiesta de la Democracia". Ocurre que los anfitriones de la Fiesta (y sus invitados, porque el resto es prescindible) son una caterva - gran palabra - de borrachos (vale decir cocainómanos) y ladrones (vale decir corruptos o afines), amigos de gastar a manos llenas los recursos y dineros de otros. Y aunque allí el paisanaje vive como tu o yo, de cara al viento y capeando el temporal, van a dejar su Futuro en manos de unos cuantos que viven, y muy bien, Cara al Sol.

Para suavizar, como siempre, hoy dos apartados:

Uno para dar envidia: Acabo de sacar el pan del horno y de meter una tanda de petit-soux (van a ir rellenos de crema de chocolate). La casa huele como el paraíso. Home sweet home.

Otro de gadgets increíbles. Aparatos con sensores de ondas cerebrales que nos permiten jugar en el móvil, aprender a meditar, o como en el caso que os propongo, mostrar nuestro estado de ánimo disfrazados de gatos. Puede ser más o menos freak, a mi me parece asombroso y encantador, y desde luego una ventana al futuro.

Y aquí tenéis la página de los creadores / vendedores de la interfaz Cerebro-Móvil. Plxwave. Pá haberse matao.

2 comentarios:

  1. ese gadget lo quiero, ya!!! lo mona que estaría yo atendiendo a los clientes con esto

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    1. Monas y monos estaríamos con estas cosas. Pero la de malentendidos que iba a haber. Yo guardaría un donuts a mano para explicarle al cliente macizorro por qué se te ponen las orejas de punta nada más verle entrar... Y un limón mordido para que el jefe/a no se mosquee viendo como se te caen hasta los hombros cuando habláis.

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