No es que la necesite, pero ahí va. ¿Por qué alguien acostumbrado a escribir 140 caracteres o menos se lía con una aventura como esta?. Aventura que bien puede ser solitaria. En este océano de Internet lo escrito puede perderse como una gota más. O no, y esa es una de las razones.
Y el detonante ha sido, como en tantos casos, el tiempo que nos toca vivir. Y mi exceso de memoria, supongo. Porque leyendo, mirando, revisando, no dejo de encontrar paralelismos (a veces forzados, lo reconozco) con tiempos pasados en este país.
Uno de cada cuatro españoles viviendo por debajo del umbral de la pobreza (que bien es cierto que ya quisieran muchos ciudadanos africanos para sí). 5.200.000 parados y subiendo, más todos aquellos que no figuran.
Y las diferencias entre clases (sí, niños y niñas, aún las hay) cada vez más profundas y evidentes. Lo que hace 30 años se llamaban "poderes fácticos" instalados en su riqueza y su desprecio de la justicia y la democracia. Y el país paralizado, esperando que algún milagro nos devuelva a la prosperidad sin límites o al menos que el próximo recorte no nos quite lo poco que aún nos queda.
Un país de borregos e ignorantes por propia elección. Sé que es políticamente incorrecto, pero no consigo entender como una inmensa mayoría de obreros pone en el poder a sus opresores.
Porque la información está ahí, y las calles también. Pero aún se oye o se lee "¿Cuándo va a hacer algo el 15M? ¿Cuándo va a hacer algo la izquierda?". Como si hablaran de Robin Hood o Superman, y no de sus vecinos o sus hijos. Sin percatarse de que cuando decidan unirse y protestar ya estarán al borde de la violencia y con poco que perder.
Y a mí, que ya vivo en el monte, que ya intento la autarquía moderada, se me remueve la conciencia y me encuentro siempre a medio camino entre la compasión y la ira. Aunque tengo qué perder, y por qué luchar o por qué transigir, humillarme, procurar no hacer ruido.
¿Y tú? ¿A qué esperas?. Porque sin acción, nada va a cambiar a mejor. Porque es tiempo (ya va para largo) de liberarse del miedo y hacérselo saborear a otros, sobre todo si son la eterna minoría.
Y el detonante ha sido, como en tantos casos, el tiempo que nos toca vivir. Y mi exceso de memoria, supongo. Porque leyendo, mirando, revisando, no dejo de encontrar paralelismos (a veces forzados, lo reconozco) con tiempos pasados en este país.
Uno de cada cuatro españoles viviendo por debajo del umbral de la pobreza (que bien es cierto que ya quisieran muchos ciudadanos africanos para sí). 5.200.000 parados y subiendo, más todos aquellos que no figuran.
Y las diferencias entre clases (sí, niños y niñas, aún las hay) cada vez más profundas y evidentes. Lo que hace 30 años se llamaban "poderes fácticos" instalados en su riqueza y su desprecio de la justicia y la democracia. Y el país paralizado, esperando que algún milagro nos devuelva a la prosperidad sin límites o al menos que el próximo recorte no nos quite lo poco que aún nos queda.
Un país de borregos e ignorantes por propia elección. Sé que es políticamente incorrecto, pero no consigo entender como una inmensa mayoría de obreros pone en el poder a sus opresores.
Porque la información está ahí, y las calles también. Pero aún se oye o se lee "¿Cuándo va a hacer algo el 15M? ¿Cuándo va a hacer algo la izquierda?". Como si hablaran de Robin Hood o Superman, y no de sus vecinos o sus hijos. Sin percatarse de que cuando decidan unirse y protestar ya estarán al borde de la violencia y con poco que perder.
Y a mí, que ya vivo en el monte, que ya intento la autarquía moderada, se me remueve la conciencia y me encuentro siempre a medio camino entre la compasión y la ira. Aunque tengo qué perder, y por qué luchar o por qué transigir, humillarme, procurar no hacer ruido.
¿Y tú? ¿A qué esperas?. Porque sin acción, nada va a cambiar a mejor. Porque es tiempo (ya va para largo) de liberarse del miedo y hacérselo saborear a otros, sobre todo si son la eterna minoría.
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